Una aventura bajo la lluvia: crónica del tour por el Cementerio de Chacarita
No sabemos si fue la valentía o un poquito de locura… pero el sábado pasado nos encontramos en la puerta del Cementerio de Chacarita, paraguas en mano, con una misión clara: caminar entre historia, arte y leyendas, aún cuando el cielo porteño tenía otros planes para nosotros.

Ni el clima nos frenó…
Desde temprano, la lluvia se hacía notar. El frío se metía por cada rincón y nos decía que nos quedemos en casa. Pero no, los flâneurs no se rinden fácil. Contra todo pronóstico, un montón de valientes se presentaron con su mejor actitud, listos para descubrir lo oculto detrás de los muros del cementerio más grande de la ciudad.
Y si hablamos de actitud, nuestra guía fue la primera en dar el ejemplo: con un resfriado a cuestas, no dudó en darlo todo para hacer de esta salida algo inolvidable.


Un paseo entre íconos
El recorrido fue una mezcla de emoción, anécdotas y muchísimo respeto. Pasamos por la tumba de Gustavo Cerati, símbolo eterno del rock nacional.
Visitamos el mausoleo de Jorge Newbery, el pionero de la aviación argentina; el de la Madre María, tan mística como venerada; y el paseo de las celebridades, ese rincón del cementerio que parece una alfombra roja de otro tiempo.
Y claro, cerramos el tour en la tumba de Gilda quien no podía faltar.







La tumba de Carlos Gardel estaba cerrada (una pena), pero no impidió que lo recordáramos con cariño entre tangos. Tambien visitamos la tumba de Osvaldo Pugliese y fue inevitable no tomarse una foto.


Lo mejor del día: ustedes
Más allá de los datos históricos y las historias increíbles, lo que más nos conmovió fue la buena onda del grupo.
Ni el frío, ni la lluvia pudieron con las ganas de compartir, de aprender y de flanear juntos por un espacio que, aunque este cargado con todo tipo de historias, está lleno de vida.
Hubo un tramo en el que el cielo se largó con todo, y hasta pensábamos suspender. Pero no. Entre risas, abrigo compartido y algún que otro chiste sobre películas yanquis, seguimos.
Al final, acortamos un poco el recorrido —porque honestamente ya no dábamos más— y cerramos la jornada en un café calentito. Un brindis improvisado con café con leche, medialunas y charlas cruzadas fue el final perfecto.



¿Te lo vas a perder la próxima vez?
El Cementerio de Chacarita es mucho más que un lugar de descanso. Es historia, es memoria y, con la mirada flâneur, es también una experiencia que te cambia la forma de ver la ciudad.
La próxima vez, te esperamos. Con o sin paraguas, con o sin sol. Porque si algo nos quedó claro, es que las mejores aventuras no siempre llegan con buen clima, pero sí con buena compañía ❤️