Cortázar, Rawson y Agronomía
Un paseo entre letras, veredas y linternas
Dicen que un buen paseo es el que te deja pensando, sonriendo y con ganas de volver. Y eso fue exactamente lo que vivimos este finde flâneur en nuestro recorrido por el Barrio Rawson y Agronomía.
Nos encontramos en la esquina de Tinogasta y Zamudio, donde empezó la magia. Desde ahí, nos adentramos en uno de esos rincones de Buenos Aires que te hace bajar un cambio: el tranquilo y encantador Barrio Rawson, con sus casas bajas y calles adoquinadas. Es de esos barrios que se caminan con calma y que todavía conservan esa esencia de barrio que ya casi no se encuentra.

Cortázar en casa
No podíamos estar ahí sin rendirle homenaje al gran Julio Cortázar, que vivió en este barrio y lo retrató con tanto amor. Charlamos de Casa Tomada, de Rayuela, nos emocionamos con el poema El futuro, y compartimos las frases más lindas de sus libros. A más de uno se le puso la piel de gallina. Sentir la presencia simbólica de Cortázar en esas mismas calles donde vivió fue simplemente mágico.
Y lo mejor: la energía del grupo. Todos compartiendo fotos, reflexiones, risas y hasta silencios. Eso que hace tan especial cada salida flâneur. ¡Gracias a quienes compartieron sus fotos, ahora forman parte de este blog!



Domingo electoral y flâneur colectivo
Ese día fue particular porque había elecciones en la ciudad. El barrio estaba más activo que de costumbre: familias paseando, gente saliendo de votar, niños en bici. Y entre todo eso, nuestro grupo, que era bastante numeroso, caminando con celulares a cuestas, claramente llamaba la atención. Como si fuésemos parte de una película porteña rodada en vivo.
Pero valió la pena… nos llevamos fotos de postal.








De Rawson a Agronomía: verde que te quiero verde
Después de recorrer el Rawson, nos fuimos caminando hasta los enormes espacios verdes de la Facultad de Agronomía, ese pulmón gigante donde conviven estudiantes, perros sueltos y árboles centenarios.
Charlamos sobre la historia de los clubes Comunicaciones y Arquitectura, sobre la identidad barrial, y sobre personajes importantes que marcaron estos espacios.

Y como si el día no tuviera ya suficiente encanto… se nos hizo de noche. Literal. El atardecer nos agarró desprevenidos y tuvimos que sacar las linternas del celu para iluminar el camino. Ahí, sin quererlo, terminamos haciendo una especie de flâneur nocturno que no estaba en los planes, pero que fue una joyita inesperada.
Merienda salvadora y final feliz
La cafetería que habíamos elegido estaba estallada de gente (¡domingos porteños, te amamos y te odiamos!). Pero no nos bajoneamos: buscamos una alternativa cerca y cerramos el día con una buena dosis de café y medialunas, como manda la tradición. Risas, anécdotas y esa sensación linda de haber vivido algo distinto.
¿Te lo vas a perder?
Este tour nos recordó que Buenos Aires está llena de pequeños tesoros, y que no hace falta viajar lejos para vivir algo inspirador. A veces, solo hace falta mirar con otros ojos. Y si es acompañado de buena gente, mejor.
📍 Sumate al próximo tour, que te prometemos seguir encontrando belleza en los rincones más inesperados de la ciudad.