Abasto, un barrio que canta su historia
Hay barrios que se caminan, y otros que se sienten… Abasto es de los que se sienten.
Sus calles vibran con una historia que no se lee en los libros, sino que se escucha en cada esquina, en cada mural. Y nosotros, claro, no podíamos dejar de explorarlo.
barrio cultural
Arte en cada rincón
Desde el primer paso, el arte callejero nos envolvió. Murales vibrantes, mensajes escondidos entre los colores y rostros inmortalizados en las paredes nos hicieron frenar más de una vez para sacar fotos y descubrir las historias que guardaban. Abasto es un museo a cielo abierto, una galería sin puertas que le rinde homenaje a su cultura, a su gente y a sus leyendas.


Un mercado con historia
El corazón del barrio, el Mercado de Abasto, es testigo del paso del tiempo. Antes, el punto neurálgico del comercio porteño; hoy, un shopping que esconde entre sus paredes la memoria de lo que alguna vez fue. Mientras charlabamos acerca de todo lo que fue, nos imaginábamos el bullicio de los vendedores, el ir y venir de los clientes, el aroma de las frutas frescas mezclándose con el de la ciudad. Y nos preguntamos: ¿qué dirían aquellos que lo conocieron en su esplendor si vieran lo que es hoy?

Luca Prodan y el alma del rock
De ahí, nos fuimos a la casa de Luca Prodan, porque Abasto también tiene rock en su ADN. Hablamos de su vida, de su llegada a Buenos Aires, de cómo Sumo se convirtió en un hito del under argentino y de ese espíritu libre y caótico que dejó marcado en la música.
Fuimos a uno de los últimos lugares que marcaron su vida.


El arte irreverente de Batato Barea
Siguiendo con los íconos del barrio, Batato Barea se hizo presente en nuestra charla. Su arte transgresor, su huella en el teatro independiente y su forma de romper esquemas nos hicieron reflexionar sobre cómo el Abasto siempre fue un refugio para aquellos que hicieron historia a su manera.
La casa de Gardel: el alma del tango
Pero claro, hablar de Abasto sin hablar de Carlos Gardel sería un pecado. Llegamos a su casa y sentimos que el tiempo se detenía. El Zorzal Criollo, el máximo exponente del tango, vivió aquí y forjó una conexión inquebrantable con el barrio. Recorrer su hogar, imaginarlo cantando entre esas paredes, pensar en su legado… fue uno de esos momentos en los que la historia y el presente se mezclan de una manera mágica.
Justo al lado, el Museo Casa Carlos Gardel mantiene viva su memoria, con recuerdos, objetos personales y relatos que nos transportan a su época dorada.




Un cierre a puro tango
Al salir, como si el destino nos diera un guiño, vimos un bar donde varias parejas bailaban tango. La vista nos atrapó y nos quedamos un rato disfrutando esa postal tan porteña.
El final de la jornada no podía ser mejor: nos dejamos envolver por la esencia del Abasto en un bar tanguero, donde brindamos por un día increíble, comimos algo rico y nos despedimos del barrio como se merece. Porque si algo tiene el Abasto, es esa capacidad de hacerte sentir parte de su historia, aunque sea por un rato. Y nosotras, felices de haber sido testigos de su magia.
Si todavía no lo conocés, ponelo en tu lista. Te prometemos que, al igual que a nosotras, el Abasto te va a hacer cantar su historia.





